Conozco a Jesús Sánchez desde hace ya bastante tiempo, y cuando me comentó años atrás que había escrito una biografía no oficial sobre su paisano Miguel Ríos no tuve ninguna duda de que debía ser un trabajo apasionante. Y no me equivoqué. Jesús, Jesse para los amigos, desprende pasión rockera por los cuatro costados y siempre es un placer conversar sobre música con él. Esta charla sobre Miguel Ríos nos la debíamos desde hace tiempo.
Es tu primera experiencia escribiendo un libro, ¿qué te movió a lanzarte a escribir una biografía sobre Miguel Ríos sin contar además con el propio Ríos?
Bueno, digamos que fue un encargo que le hicieron a otro amigo, el cual sabiendo lo que me gusta la música de Miguel, me lo pasó a mí. Y claro, es algo difícil de rechazar. Me daba igual no contar con cierta “oficialidad”, preferí hacerlo de manera independiente y personal.
Háblanos de los inicios de Miguel Ríos, todo comenzó de forma natural, un niño que trabaja en una tienda de discos y que se empapa de ese rock primigenio tan atractivo.
Pues es curioso, todo eso pasó en la misma ciudad en la que crecí y en las mismas calles en las que yo he jugado. Y cuesta imaginar cierto ambiente “rockero” en una ciudad de provincias, bastante cerrada, en plena dictadura. Lo natural, como dices, es no enterarte de la existencia del rock. No es como si creces en los ochenta y noventa, que había ya muchos garitos por donde pululaban músicos reales. Pero Miguel Rios tuvo la suerte de entrar a trabajar en la sección de discos de aquellos almacenes. Y allí fue donde todo comenzó…sin eso, nos hubiéramos perdido una muy interesante carrera musical.
Granada hoy en día es un referente musical en Andalucía, pero por aquel entonces… ¿existía ya algún tipo de movimiento o cultural musical o artística? Granada tuvo que ser una ciudad con marcado carácter conservador en el inicio del tardofranquismo, ¿o no? ¿Afectó la “muerte” de Lorca de alguna forma en la sociedad artística granadina?
Ya te digo, no me puedo imaginar un sitio menos rockero que aquella Granada. Aquí de Lorca no se hablaba en esos años…era tema tabú. De hecho, sigue siendo un tema ciertamente incómodo, una vergüenza para esta ciudad y la sociedad de aquella época. Todo lo que había en Granada era aquella orquesta del Hotel Nevada que también fue clave para el desarrollo de Miguel. El Hotel Nevada estaba a pocos metros de la tienda de discos donde trabajaba Miguel…
Una vez que se va a vivir a Madrid aquellos inicios no fueron fáciles, era casi un músico de sesión, con un estilo muy marcado por la discográfica… Pero tal y como lo explicas, aquel Madrid tuvo que ser muy excitante para un músico en ciernes como Ríos, ¿no? De hecho, conociendo Madrid y leyendo lo que escribes, creo que esos años son fundamentales en lo que vendría después.
Cambiar Madrid por Granada hoy en día no es dar un gran salto, pero en aquella época…había un Madrid “subversivo”, extraoficial, con mucho artisteo. Las majors de la época, como Philips, dentro de su conservadurismo, estaban interesadas en grabar discos de rock. Por lo que fuese. Y ahí se plantó Miguel, primero de forma más tímida, pero luego fue conociendo músicos, tendencias…no era un Madrid amable aun, no existía Malasaña tal y como tú y yo la hemos conocido, pero si te sabías mover encontrabas ambiente musical. Lo bueno de Miguel fue que no solamente corrió el riesgo de irse allí para ser “el rey del twist”, sino que tuvo personalidad para ir abriéndose a esas otras realidades…
¿Con quién se juntó en aquella época? ¿Qué otros músicos o artistas de esos años pululaban por Madrid ávidos de tendencias, experiencias…?
Yo creo que una figura clave de esa época, fue Fernando Arbex, de Los Brincos. Un tipo muy muy interesante, con una inquietud musical a prueba de bombas, alguien a reivindicar decididamente. Y, aunque su figura está hoy bastante castigada, Teddy Bautista es otro personaje de aquellos años que asumió riesgos artísticos, trayendo a España cosas que eran impensables aquí unos años antes. Dentro de esa amalgama que encontró Miguel, había desde figuras digamos, cercanas al orden establecido en lo musical, como Rafael Trabuchelli, pero que aun así, manaban un inmenso talento. En el paso de Miguel Ríos de Philips a Hispavox, se aprecia ese comienzo del cambio en Miguel.
¿En qué momento crees que Miguel Ríos da el salto de músico standard a cantante con inquietudes? ¿Cómo afectaron las corrientes musicales internacionales a la concepción musical de Miguel Ríos a la hora de buscar su propia evolución músico-artística?
Sobre todo, viajar a Inglaterra fue un shock en su actitud. Entrar en contacto con músicos de soul, de jazz…y ciertamente el hipismo, los Beatles…tal y como el libro refleja, la evolución musical de Miguel Rios va abriéndose paso entre innumerables influencias. Primero el rock más primitivo, luego fue aumentando el componente “riesgo”; fíjate en el directo de “Conciertos de Rock y Amor”, ahí le acompaña una banda de soul perfectamente engrasada. Luego de ahí pasas a un Miguel Ríos más “prog”, con “Memorias de un ser humano”. Ese desarrollo me encanta. Y oye, tampoco le hacía ascos a nada. Cogía un hit de María Ostiz, y te lo convertía en un tema cojonudo. Luego el pelotazo del “Himno a la alegría”, una jugada super comercial, pero que supuso alimento para desarrollar otras historias…es ciertamente un viaje convulso, donde muchos elementos y circunstancias toman parte.
Mi madre siempre me ha dicho que Miguel Ríos se hizo famoso gracias al Himno a la alegría, porque había muchos cantantes como él en aquella época igual que él. Desde la distancia en el tiempo la sensación que tengo al leer el libro es distinta, el Himno resultó ser el salto definitivo de Ríos al estrellato, y que fue el resultado de mucho esfuerzo por su parte para innovar en sonidos y estilos, algo que no se daba en ningún otro músico de la época. ¿Qué opinas? ¿Tengo que decirle algo a mi madre al respecto? De hecho ella tiene una copia en vinilo del tema…
Antes del Himno, Miguel ya tenía un nombre. Pero no era una estrella. Ese tema fue el que le hizo viajar; Alemania, USA, Inglaterra. Para mí lo importante es eso, el impulso que le da a su carrera. Por supuesto, creo que tu madre tiene razón. Miguel es mucho más que el Himno, pero sin el Himno, muchas cosas no hubieran pasado. He de decir que el Himno, para mí, es sólo eso, un trabajo alimenticio. Quedó bien, okey. Pero Miguel tiene cien temas mejores que eso. Y es lo que intenté trasladar en el libro, que el lector pudiera dar el salto de los “greatest hits”, y profundizar en sus otros trabajos, que para mí son la leche, con perdón.
En eso creo que has hecho un muy buen trabajo, hay canciones que no conocía y que he ido a rebuscar tras leer el libro. Y lo que he encontrado realmente me ha volado la cabeza. Temas como “Vuelvo a Granada” o “Fulano de tal”, por poner dos ejemplos, son temas que no había escuchado nunca y ahora forman parte de mi selección habitual.
Sí, esa fue mi principal objetivo, no escribir una biografía rigurosa, ni mucho menos, sino un libro sobre música, sobre canciones. Y la carrera de Miguel Rios se presta mucho a eso, es un artista que ha pasado por todo, que ha sabido rodearse de gente muy interesante…definitivamente un libro de música debe hablar de eso, y despertar la curiosidad del lector. La primera biografía musical que leí era así, y me marcó. Era un análisis bastante denso de los primeros discos de Pink Floyd, con Syd Barrett. Joder, era material difícil de meterle mano cuando lo leí, con quince años, pero hablaban tanto de cómo era esa música, cómo estaba construida, que a pesar de ser un hueso duro de roer, me creaba una necesidad tremenda de escuchar y apreciar por mi mismo todos esos matices.
La época más psicodélica de Miguel Ríos es la gran desconocida en su carrera, quizá porque su temática ha envejecido mal (los temas apocalípticos, los discos conceptuales…) o quizá ha estado ensombrecida por la época posterior del Rock and Ríos. Un trabajo como “La huerta atómica” no es un trabajo especialmente accesible, por momentos incluso es agobiante.
Entiendo lo que dices. Jamás recomendaría a un amigo que se introdujera en la música de Miguel con ese disco. De todos modos, todos los prejuicios hacia lo progresivo y conceptual, bajo mi punto de vista, deben desaparecer. No hablo sólo de Miguel Rios. Es una época maravillosa; la creatividad que mostraban aquellos músicos fue difícil de igualar. Pero es lógico, no te vas a hacer fan de Pink Floyd oyendo sólo “Ummagumma”; pues en el caso de Miguel Rios, lo mismo. Aunque, al lado de “Ummagumma” La Huerta es un disco de lo más accesible. (Risas).
Jajajaja… Sí, tienes razón, pero no hablo de mí, hablo en general, son discos que en el imaginario colectivo han quedado relegados, en mi opinión por desconocimiento por una parte pero por otra por haber envejecido mal, o peor que otras. Fíjate que algunas de las canciones de su primera época suenan mejor, o han aguantado mejor el paso del tiempo.
Sí, absolutamente de acuerdo con lo que dices. Creo que sé porqué esto es así. Y es porque hay cierto miedo a reivindicar eso. Hoy en día la escena progresiva es autocomplaciente, cerrada, muy artie en cierto modo. Pero no viene a reivindicar nada de su pasado. Es como si los devaneos setenteros del género fueran una rémora. Eso no se da con el rock de los cincuenta, ni con el soul, estilos que están muy bien vistos, ni te cuento del hard rock y el metal. Hay cientos de bandas revival de los 50… luego reinvindicar los power trios de los sesenta y setentas, hasta los más psicodélicos, es algo que no presenta muchos problemas. Pero ponte a reivindicar los primeros discos de Steve Hackett o de Rick Wakeman, es como si fuera algo totalmente abominable (risas)…pues con la huerta y, en menor medida, con “Al Andalus”, pasa algo parecido. Incluso para algunos fans de Miguel Rios representa un problema reivindicar esos trabajos. Todos los meses colaboro en un programa de radio bastante apegado al metal, y precisamente mi sección va un poco en esa línea, poner encima de la mesa ese tipo de música que parece algo denostada.
La década de los 80’s fue realmente particular, tuvo dos etapas muy diferenciadas, una primera mitad en la que se caracteriza por un Miguel Ríos al más alto nivel, con una banda espectacular, un nivel insuperable, abrazando el rock más duro, y que tiene su momento álgido en el Rock & Ríos, y después una etapa diametralmente opuesta en la que parece que pierde toda la energía, se despoja del cuero y de combatividad y se acerca a sonidos maduros, es decir, de juntarse con gente como Leño pasa a relacionarse con Víctor Manuel o Serrat, ¿a qué crees que se debió semejante cambio en tan poco espacio de tiempo? ¿En qué momento desapareció el Miguel Ríos innovador y se convirtió en un cantante de música ligera?
Ahí se juntaron muchas cosas. Me cuesta mucho trabajo entenderlo a mi también. Miguel hizo amigos nuevos, más movido por temas y afinidades políticas que por otra cosa. Sus discos, sin ser malos, perdieron totalmente el fuelle, buscaba encajar en varias movidas que no eran la suya. En el libro trato de explicarme, más a mi mismo que al lector, el porqué de todo aquello. Sigo teniendo serias dudas. Puede tener que ver con la edad, sí, lógicamente no es lo mismo tener veinte años que treinta y cinco…pero me sigue pareciendo una etapa difícil de explicar.
¿Crees le pesó esa búsqueda incesante de renovarse? Es lo que pasa cuando un artista sigue siempre con la premisa de reinventarse continuamente, un ir más allá. Me recuerda un poco salvando las distancias a U2, que de tanto buscar una revolución continua acabaron saliendo de limones gigantes y perdiendo el norte por completo.
Yo creo que es al revés, se acomodó, buscó un sonido más acorde con los tiempos, dejó de arriesgar. Empezó a usar sintetizadores y todo eso… Recuerda lo importante que era en esa época salir en “Tocata” y tener tus singles en puestos alto de Los 40. No buscó evolución, sino seguridad. Aun así, desperdigados por esos discos hay muy buenos temas. Pero entiendo que dé cierta pereza meterles mano.
Crees que se ha producido en los últimos años una revitalización de la figura de Miguel Ríos? Da la sensación de que se ha desprendido de esa imagen de “carroza”, de músico aburguesado de finales de los 80’s y los 90’s, ha grabado discos más rockeros y sobre todo se ha relacionado con músicos más jóvenes “old school”, como Jose Ignacio Lapido, Carlos Tarque, Quique González…
Pues sí, afortunadamente su último disco en estudio, “Memorias de la carretera”, era bastante mejor que lo inmediatamente anterior. Para empezar, tiene como mano derecha a José Nortes, un tipo muy muy fiable. Luego, esa mano que le echa gente como Quique González, Lapido. Ahí algo se recupera, tal vez demasiado tarde, pero da lugar a una gira de despedida que fue un bonito colofón. Y llevaba una banda bárbara en directo.
¿Crees que se infravalora la carrera musical de Miguel Ríos? ¿Por qué crees que sus discos más innovadores o arriesgados/rupturistas… no se han quedado en el imaginario nacional?
Mira, para mucha gente, Miguel Ríos es un “one hit wonder”, ya sea el Himno, “Bienvenidos” o “Santa Lucía”. La mayoría no ve mucho más allá. Pasa con otros artistas. No me preocupa ese oyente pasivo, poco dado a profundizar. Otra cosa es dentro del público rockero. Hay aun muchos prejuicios hacia su carrera, sobre todo por lo que hablábamos de los ochenta y noventa. Todo eso de Serrat, Victor Manuel…ya sabes. Yo recomiendo siempre irse directo a todo lo que grabó en los setenta. Canela en rama! Incluso “La huerta atómica”, jaja…
Yo, gustándome toda la carrera de Miguel Ríos, tengo problemas con algunas canciones, como Santa Lucía, muy quemadas en su época por los medios y personalmente con un sonido demasiado 80’s para mí gusto… En cualquier caso yo creo que él mismo ha sido en cierta forma culpable de esa imagen que se ha tenido de él, piensa que esa faceta más acomodada se inicia a mediados de los 80’s y se extiende al menos durante 20 años.
Más de veinte años, sí…prácticamente desde que se la pegó económicamente con “Rock en el Ruedo”. De todos modos, “Santa Lucía” pertenece aun a sus días grandes. Si su sonido ochentero te echa para atrás, no hablemos de otras canciones como “La reina del keroseno” o “Niños eléctricos”. “Santa Lucía”, para mí, es uno de los mejores temas de la historia del rock, en general. Así de claro. Pero ciertamente, bastante quemado. Eso pasa con muchos clásicos, es normal. Pero la calidad es intrínseca al tema. ¡Dale otra oportunidad, Javi! Busca la versión en directo con Carlos Tarque, ya me contarás.
Mil gracias, amigo...
Mil gracias, amigo...