Son una debilidad de javistone desde el mismo momento que se subieron al escenario de la sala Milwaukee el pasado festival Monkey Week, del que hablé en el polémico (!!) post correspondiente (aquí). Su imagen no engaña, aunque nacidos en la provincia de Cádiz, ellos provienen de las carreteras más áridas del sur americano, de road movies polvorientas a ritmo de ZZ Top, a golpes de cerveza y tequila, aquelarre tras aquelarre. Grandes, barbudos y con un sonido tan sucio como apasionante. El pasado mayo grababan su primer trabajo, ¿maqueta? ¿disco auto-producido? Quién sabe, esas fronteras desaparecieron hace ya años. Me faltó tiempo para comprárselo aquel día, y no deja de sonar en mi coche.
¿A qué suenan? Mas que sonar, que suenan, es lo que transmiten. Al comienzo de la actuación en el Milwaukee se acercó un tipo en evidente estado etílico preguntándoles "os vi hace tiempo... seguís estando tan desquiciados como entonces?" y realmente es una anécdota que sirve muy bien para presentarlos: Locura sónica, guitarra afilada desde la suciedad, como si fuera un machete mal afilado y oxidado intentando abrir tu cerebro, ritmos pesados y densos con mucho ritmo, un cantante fuera de sí ensuciando al límite su voz como si cada estrofa fuera la última, y sudor, mucho sudor. Y alcohol, y rock, pero sobre todo pasión a borbotones. Tipos con los que debe ser una jodida fiesta tirarse horas tomando birra tras birra hablando de cómo salvar el mundo a base de rock and roll. Y ojo, su (fantástica) grabación no hace honor a su directo, si tenéis la oportunidad, no la dejéis pasar. Puede que recuperéis la fé en esto del puto rock and roll.
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