Aquí va la entrevista que le hicimos a Lapido aprovechando su tremendo nuevo disco y que han publicado en el Freek de este mes.
"La hora de los lamentos" es una de las canciones más emotivas que he oído en mucho tiempo, Miguel Ríos imprime a la canción de un sentido aroma de clásico. ¿Qué se siente al compartir grabación con un icono como él?
La presencia de Miguel en un disco, a priori, puede ser intimidante para cualquiera, en el buen sentido de la palabra, por el peso histórico que tiene su nombre. Lo que pasa es que yo ya lo conocía desde hace bastante tiempo y sabía que él transmite confianza y seguridad, siempre está dispuesto a todo y se ofrece para lo que haga falta, muestra de ello es que él aceptó colaborar sin haber oído nada de lo que estaba haciendo, y lo que más me preocupaba era ofrecerle una canción que estuviera a su altura. Le mandé una maqueta de "La hora de los lamentos" con guitarra acústica y voz y me dijo que adelante. Después de la grabación he tenido la suerte de que me invitara a participar en algunos de los conciertos de su gira de despedida. Una experiencia increíble.
Pregunta obligada, ¿por qué invitados en este disco?
No lo había hecho antes y pensé que era el momento adecuado, además los que aparecen son artistas con los que había una relación anterior. Con Quique González ya había colaborado un par de veces en los escenarios y con Amaral lo mismo. Son gente que siente un gran respeto por el pasado musical de este país y eso les honra. Quini Almendros, que ha tocado el pedal steel, ya había colaborado en mis dos discos anteriores, todo un virtuoso.
¿Hay algún artista con quien te gustaría compartir escenario o grabación?
Hombre, por elucubrar que no quede. Wilko Johnson o John Fogerty serían geniales.
La sensación que desprende tu música en general y que en este disco se acentúa especialmente es de desilusión y cierta melancolía, ¿por qué?
La palabra es desencanto. No puedo evitarlo, es lo que siento y es lo que reflejo en mis canciones. En cualquier caso mis canciones son un poco poliédricas, por decirlo de alguna manera. Mezclan experiencias vividas con sueños, vidas de otros con vidas imaginarias, pasado y futuro... de todo eso sale una voz, entre escéptica y desencantada. Digamos que pese a todo tengo ganas de seguir caminando aunque intuya que lo que hay delante es un precipicio.
Eres de los poquitos que aun siguen con la vieja costumbre de incluir las letras de las canciones en los discos... ¿y esa fijación tuya?
Pues no sabría decirte. A mí me gusta leer las letras de los discos que compro. Lo suyo sería incluir también las partituras, y un bocadillo de jamón para que el comprador se sintiera a gusto. No sé.
Te sigues sintiendo guitarrista que canta... ¿o ya lo hemos superado?
Digamos que yo no soy cantante vocacional. Si de mí hubiera dependido, hubiera seguido de guitarrista solamente. Tal vez por timidez. No me siento cómodo siendo el foco de atracción de las miradas. Ya han pasado diez años desde que empecé a ejercer de cantante y obviamente lo tengo asumido, pero si te digo la verdad disfruto más cuando me toca hacer el solo de guitarra.
¿Puede vivir un José Ignacio Lapido de la música?
Mi opinión sobre la industria musical española no tiene nada que ver con mi situación personal. Yo me muevo en los márgenes. Me decidí hace unos años por la autogestión y ahí sigo. Tanto la gran industria como los autogestionarios como yo nos enfrentamos a un enemigo común, una creencia que se ha instalado en la mente de casi todo el mundo: creen que nuestra actividad no necesita ser remunerada. Piensan que la música, como el maná bíblico, brota del cielo y que el trabajo de autores, músicos y productores ha de estar a su disposición gratuitamente. Eso, a larga, y a la corta, es insostenible. Yo tengo otro trabajo aparte de la música, si no sería imposible.
Y aquí la correspodiente reseña del disco.
José Ignacio Lapido continúa su trayectoria en solitario a su ritmo, pausado pero seguro, sin prisas pero con la convicción de conocer el camino que está recorriendo, sabedor de los pasos que dar en cada momento. "De sombras y sueños" mantiene la línea del aclamado "Cartografía" publicado hace dos años, un glosario de cantos a la nostalgia, el desencanto y la tristeza. Como ya se veía en aquel disco, Lapido suena cada vez más compacto, canta mejor y se atreve con nuevos matices ("Olvidé decirte que te quiero"), aunque, sobre todo, sus canciones siguen cinceladas a fuego lento, con la intensidad habitual del granadino, quizá algo más reflexivo si cabe.
En esta ocasión lo más llamativo, dando por sentado el alto nivel compositivo, son las colaboraciones. Eva Amaral en "Doble salto mortal", Juan Aguirre en "Cansado", o Quique González con "En medio de ningún lado", añaden distintos matices a las canciones de Lapido, cuya voz no es su punto fuerte. Y claro, entre todas las colaboraciones hay una que reina sobre las demás: Miguel Ríos, mito viviente del rock'n'roll patrio convierte "La hora de los lamentos", sobresaliente composición de por sí, en una de las canciones de la temporada, con aroma a clásico desde ya mismo. Sencilla, juguetona, en ella Ríos se compenetra a la perfección con Lapido, contrapunto del tono pesimista de la canción, dotándola de la maestría y la dulzura de quien está de vuelta de todo, un viejo marinero que no sabe retirarse del mar y que transmite carisma y sabiduría en cada nota.
Grandes canciones, disco enorme.
En esta ocasión lo más llamativo, dando por sentado el alto nivel compositivo, son las colaboraciones. Eva Amaral en "Doble salto mortal", Juan Aguirre en "Cansado", o Quique González con "En medio de ningún lado", añaden distintos matices a las canciones de Lapido, cuya voz no es su punto fuerte. Y claro, entre todas las colaboraciones hay una que reina sobre las demás: Miguel Ríos, mito viviente del rock'n'roll patrio convierte "La hora de los lamentos", sobresaliente composición de por sí, en una de las canciones de la temporada, con aroma a clásico desde ya mismo. Sencilla, juguetona, en ella Ríos se compenetra a la perfección con Lapido, contrapunto del tono pesimista de la canción, dotándola de la maestría y la dulzura de quien está de vuelta de todo, un viejo marinero que no sabe retirarse del mar y que transmite carisma y sabiduría en cada nota.
Grandes canciones, disco enorme.
2 comentarios:
estás hecho todo un periodista musical, ya haces entrevistas y todo.
Bueno, un cuestionario lo hace cualquiera. De hecho, alguna pregunta se ha quedado en el tintero o en el camino del redactor de la revista.
Me alegro de verte por aquí, pardiez.
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