Aquí va la reseña que he escrito para
RockLokal:
La sensación que uno tiene después de los dos días de Serie Z es parecida a la que debía sentir el personaje encarnado por Sting en Quadrophenia, dos días de ilusión y evasión rockera durante la cual nos hemos dejado llevar y olvidado de todo lo que no fuese el aquí y ahora. Pero al igual que él, ahora toca volver a la realidad, mejor o peor, pero forzosamente menos interesante y glamurosa.
No quiero hacer de esto un complejo artículo sociológico ni nada parecido, pero el Serie Z 2011 ha tenido dos lecturas extramusicales evidentes. Una, que lo peor del festival, sin duda, ha sido la inexistente participación de los jerezanos. Realmente he sentido vergüenza de ser de aquí viendo que de todos los que afirman ser rockeros, apenas he visto a cuatro o cinco (gente de Granfan, The Shooters… y poco más). Esta ciudad no se merece el Serie Z, por duro que me resulte decirlo.
En segundo lugar, ver cómo el rock & roll se está convirtiendo poco a poco en un movimiento underground y sobre todo para gente de una edad, porque… allí no se vio a prácticamente a nadie de menos de 30 años. Algo sobre lo que pensar. O no.
¿El Festival en sí? Como se esperaba, una gozada, una continua descarga de rock contundente, energía del más alto voltaje, todo intensidad, ilusión… rock and roll en su más pura esencia, con un fantástico ambiente en el que público y musicos se mezclaron como si aquello fuera una pequeña gran familia.
El viernes comenzaba todo y los elegidos para abrir el evento fueron los australianos Don Fernando, que ya en la prueba de sonido nos hacían dudar de la capacidad de la sala para aguantar semejante descarga sónica. Un sonido equidistante entre el stoner más denso de Kyuss y el stoner más pop de los Queens of the Stone Age: Lo que Josh Homme lleva años buscando y no encuentra. Demoledores, esa es la mejor palabra para definirlos, la sensación era que si estos abrían… aquello iba ser algo muy grande.
Los Maggot Brain son una pequeña debilidad mía. Digo pequeña ya que sólo los he visto una vez, hace varios años abriendo para Mother Superior, y me ganaron para la causa, no sólo por lo jodidamente buenos que son en el escenario, sino porque son aún mejores fuera de él. Me perdí las primeras dos canciones por culpa de las eternas entrevistas, así que tal como me acerco… atacan con Green Machine de Kyuss, y… poco más se puede decir, tras lo complicado de salir tras la apisonadora australiana, los cacereños demuestran que no tienen nada que envidiarle a ningún grupo, que les sobran tanto tablas como talento, y sobre todo, que se nota que disfrutan lo que hacen.
Después de dos actuaciones sobresalientes uno piensa que es complicado que la siguiente pueda estar a la altura. Pues bien, me temo que The Soulbreaker Company no solo llegaron al nivel mostrado hasta entonces, sino que lo superaron. NO TENGO PALABRAS, una demostración épica del rock & roll, sentida, intensa, un ir más allá de la palabra “sentimiento” para volver y compartirlo contigo. Tocaron prácticamente entera esa obra maestra que es Itaca y nos dejaron completamente extasiados. Como dice Carlos de Maggot Brain, The Soulbreaker Company “deberían ser considerados como una de las bandas más grandes de la historia de este país”.
Los suecos Backdraft fueron de nuevo otra apisonadora. Presentaban su nuevo disco This heaven goes to eleven, algo más 70’s que southern, pero en escena siguen siendo unos cafres de mucho cuidado. Backdraft no suelen dejar prisioneros, tienen grandes canciones, un frontman con carisma y una banda perfectamente conjuntada. Tal y como hicieron Don Fernando, pusieron a prueba los cimientos de la sala Paúl.
Muchos esperaban la llegada del concierto de los madrileños Topo, aunque no todo el público asistente, lo cual no quiere decir que gran parte de la sala disfrutara con estas leyendas del Rock patrio, que después de tanto tiempo siguen ofreciendo conciertos a un fantástico nivel. Con un gran repertorio y un sonido muy limpio y cañero, Topo no defraudaron a sus seguidores incondicionales que disfrutaron con esta gran oportunidad.
Con Eric Sardinas tengo un problema, sus discos no me vuelven loco, pero en directo es un espectáculo. Todo en él parece diseñado para crear un aura de misterio basado en el blues y su mística. Controla a la perfección la música del Delta y su virtuosismo está enteramente al servicio del show y no al revés. Si a eso le añadimos una espectacular colección de guitarras, el slide y un sonido apabullante, tenemos un auténtico show de blues. Y si Eric Sardinas emite esa imagen como decía de estrella altiva e intocable… en persona puede ser de lo más divertido, damos fé el equipo de RockLokal después de colarnos en su camerino.
Lo reconozco, no controlo a The Storm, y con esa pesada losa entramos a entrevistarlos. Y evidentemente lo único que sentí al hablar con ellos fue primero vergüenza y después respeto. Vergüenza por ser uno de tantos que buscamos saciar nuestra sed de rock más allá de nuestro país, olvidando a gente que han escrito líneas y líneas de lo que ha sido el rock no solo en España sino en zonas menos “afamadas” como Andalucía, históricamente fuera de los círculos mediáticos. Y respeto, por lo mismo, por estar delante de gente que son historia viva de nuestro rock, y que pese a todo, mantienen la ilusión y las ganas de mostrar a todo el mundo el papel protagonista que se merecen en esta película. Después como no pudo ser menos disfrutamos del gran concierto que ofrecieron y canción tras canción dieron un repaso a sus dos discos y algún tema inédito, despidiéndose con un apabullante sólo de batería.
El viernes fue un gran día empañado por una regular entrada y por el cansancio que supuso para nuestro equipo completar la jornada al 101%, trece horas prácticamente sin descanso. A pesar de todo, volvíamos a las 16:30 con las mismas ganas del día anterior puesto que daba comienzo la jornada con los sanluqueños Bourbon. Yo había jurado no gritar ni cantar para intentar preservar mínimamente la voz. Pero… ¿cómo te vas a quedar callado ante un grupo tan increíble como Bourbon? ¿Quién puede no sentirse vapuleado con temas épicos como Por si vuelves? Allí estaban Bob Wayne en las primeras filas y Jonas (Backdraft) preguntando atónitos de dónde diablos habían salido esta gente. El nivel del concierto fue absolutamente increíble. La sensación que nos habían dejado las canciones que habíamos podido escucharles anteriormente, en directo era ampliamente confirmada. Y no solo son unos animales escénicos sobrados de talento, son gente con clase. Si hace poco me comentaban que terminaban con una versión de Ragin Slab, aquí volvieron con Evil is goin on de Howlin Wolf versión Monster Magnet para terminar de hacernos perder el poco respeto que teníamos a nuestras cuerdas vocales. Incendiarios los Bourbon. El futuro es suyo a poco que tengan la suerte que se merecen.
Lo mismo que el viernes, después de Bourbon, debe ser duro salir a escena… si tu banda no es `77. La banda más atómica del festival, cuatro chavales de Barcelona asumiendo el sonido de ACDC y la actitud en escena de The Who que ARRASARON CON TODO. Parecían una banda clásica sin piedad con nosotros, nos destrozaron vilmente a ritmo de rock and roll, carrera tras carrera, riff tras riff, jugándose el pellejo (literalmente, a la mano sangrando del batería me remito), tocando entre el público… Uno piensa que con gente así el rock definitivamente tiene futuro, y es enteramente suyo. Incendiario es la mejor palabra para definir lo que presenciamos. Cuatro chavales supurando rock & roll por cada poro de su piel.
Bob Wayne fue el siguiente en aparecer y ciertamente después de algo como `77 es complicado salir a escena, pero evidentemente Wayne no se asusta fácilmente. Por desagracia me perdí la mitad de su actuación al estar esperando a Lynne de Saint Jude, al igual que los Green Manalishi, de los que apenas pude ver dos canciones.
Saint Jude eran uno de los platos fuertes del festival y no defraudaron lo más mínimo en su primera actuación en España. No engañan a nadie, su sonido recuerda a bandas como The Black Crowes o The Faces, pero saben desplegar un rock añejo con sonidos soul que encajan perfectamente con la voz de Lynne. Soul on fire, Garden of Eden nos hicieron bailar, rock and roll furioso de los 60’s/70’s, y con esos gloriosos medios tiempos nos embelesaron, marcando los tiempos con descaro y manejando al público a su antojo. Y tener I’m loosing you como broche final dice mucho de quiénes son Saint Jude. Un rara avis en la industria musical británica, sin duda.
No sé quién decidió poner a The Steepwater Band a esas alturas de la jornada, y no sé muy bien por qué la banda hizo esa elección de canciones, pero una de las bandas que más me apetecía ver me aburrió. Grandes músicos, y grandes canciones se juntaron con una expectación tremenda, pero abusar de los medios tiempos no es aconsejable cuando han pasado auténticos ciclones por el escenario y la gente comienza a estar cansada.
En cambio The Quill fueron directo al grano. Tienen nuevo cantante que los aleja del stoner y los acerca a un sonido más emparentado con Soundgarden, pero el resultado sigue siendo atronador. Mucha gente se acercó a presenciar su concierto sin apenas conocerlos y se quedaron complemente en shock. Brutales, un sonido poderoso apabullando al personal. El único pero que le pondría, aunque suele ser habitual en estos casos, es que no tocaran nada de los discos anteriores. Pero no puedo quejarme cuando suenan canciones como Full circle, Black Medicine o ese trallazo que es Bring it on. Enorme concierto, gran banda, y mejores tipos.
Qué puedo decir del concierto de Pentagram. Una última actuación en la que se juntaba la expectación por ver a la banda del histriónico Bobby Liebling, el agotamiento acumulado, y la extraña sensación de que el festival entraba en su recta final. Como en casos anteriores, disfruté de su sonido tan contundente, Bobby continua en buena forma, canta sin problemas y se siente cómodo con su reformada banda. El doble bombo retumba poderoso y él parece llevar más allá el sonido primigenio de los Sabbath originales. Sin duda uno de los más grandes conciertos del festival.
En definitiva un gran fin de semana, un festival a la altura de la leyenda y que nos deja con ganas de más, mucho más.