The Flying Eyes, removiendo las cenizas de los 70's.

Uno comienza a escuchar el disco de estos tipos y te imaginas a una panda de panzudos barbudos abriendo a los Doors a comienzos de los 70's, bebiendo del blues y de la botella de Jack Daniel's a partes iguales. Pero no, estos rudos músicos no son sino una banda de chavales de Baltimore de esta nueva generación de rockeros que han asumido las raíces blues y psicodélicas de los 60's y 70's tal y como si las hubieran vivido en persona. Y vaya que si lo consiguen, disco espectacular, una de mis debilidades de lo que va de año junto a Stone Electric y The Black Angels.

Sonido áspero, lisérgico por momentos, The Flying Eyes te transportan más que a una época concreta a un estado mental oscuro y escalofriante, de esos discos que disfrutas con los ojos bien cerrados recorriendo cada surco de sus notas, cada recoveco se te hace sucio y mareante, denso, incluso peligroso, no por lo que dicen, sino cómo lo dicen, y ahí la sombra de Jim Morrison emerge ineludible por la mística propia del blues psicodélico y, por supuesto, por la voz del cantante, casi calcada, o mejor dicho, cascada después de innumerables aquelarres etílicos en el desierto a los que te invitan contínuamente ("... the river is burnin.. can't you see??" repiten como poseídos).

Madre mía... qué disco.