Hace poco me pedían que hiciera una lista con mis discos favoritos de siempre, con los que según mi subjetivo parecer, eran los mejores álbumes de toda la historia. Ahí estaban los clásicos, que si el Exile de los Stones, el II de los Zepellin, el IV de los Sabbtah, que si los Black Crowes, que si Free, U2, Beatles,… todo muy normal, los clásicos discos de ascendencia anglosajona que cualquier rockero medio pondría, y con razón, vaya. Sin embargo, había uno que posiblemente no estaría en la lista de los consultados, uno de los mejores discos que jamás he escuchado, un disco en español, y además, de una banda andaluza, ¡todos de pie!… Tormentas Imaginarias, de los granadinos 091.
Tormentas Imaginarias se editó allá a comienzos de los 90’s, en el 93 para ser más exactos. Los 091 no eran unos novatos, habían editado ya cinco discos en diez años y estaban en un momento cumbre, un punto de inflexión en el que, o daban el salto cualitativo de popularidad, o no lo harían nunca. No seré yo quien descubra ahora la calidad exultante de los 091 en todos y cada uno de sus discos. Desde su inicial Cementerio de automóviles (1983) el nivel de sus composiciones, carisma, fuerza,… era demoledor, no tenían rival. Por aquel entonces yo ya los conocía de oídas por lo que había sido lo más parecido a un hit single que tuvieron, La vida qué mala es, fabuloso tema de ritmo trepidante que les dio cierta notoriedad en el mainstream patrio. De esa manera, tal y como decía anteriormente, se metieron en el estudio posiblemente sabedores de que ese era su momento, y de que en función de lo que fuesen capaces de parir, ese sería su futuro en el rock, el olimpo de los dioses, o el olvido en la estación desde la que se ve a lo lejos marchar el último tren al que agarrarse.
Y lo hicieron, dieron sin duda lo mejor de sí mismos (obviamente esto es una opinión subjetiva, pero… es mi opinión subjetiva!), en 1993 publicaron Tormentas Imaginarias (posiblemente uno de mis primeros discos compactos), disco P-E-R-F-E-C-T-O en el que todo encajaba, la producción, las composiciones, el sonido de las guitarras, la voz de Jose Antonio García,… Siempre se ha definido a las canciones de los 0 como “poesía musicada”, y difícilmente se podría haber definido mejor, ¿qué podemos hacer con canciones como Huellas, Otros como yo, Un cielo de color vino,…? ¿Quién diablos puede superar letras como:
Demos a los cuerdos de su propia medicina, una parte de locura y tres de confusión, mi ángel de la guarda está esnifando cocaína, ahora sé que yo, no tengo salvación,...
o...
He pasado muchas horas deambulando para regalarte el musgo que creció a la sombra de una estatua de Edgar Alan Poe.
Y hoy que he vuelto a ver tu cara reflejada en el estanque,
he comprendido que no hay nada, no hay nada, q
ue pueda hacer para impresionarte, para impresionarte
Podría estar comentando cada “surco” del disco y no acabaría. Y es que las letras de este disco me han acompañado desde entonces.
La historia que les esperaba a los 091 por desgracia no era sin embargo la que sin duda se merecían. A mí lo de convertirse en banda de culto me parece una memez, un premio de consolación para equipos menores, y ellos desde luego no lo eran, pero el show business es un negocio cruel, y ellos decidieron grabar un disco más (Todo lo que vendrá después, 1995) y despedirse a lo grande (gira de despedida a lo KISS, con un doble disco de recuerdo, Último concierto en 1996), como lo que son. Pero eso, como suelo decir... eso ya es otra historia.
Por cierto, Tormentas Imaginarias es el disco favorito de Jose Ignacio Lapido. Por algo será.
Otros como yo, una obra maestra como otra cualquiera.