Es temprano, un día como cualquier otro de 1956 en Memphis. Sam Phillips acaba de contratar para su sello Sun Records a un músico blanco recién llegado a la ciudad. Le ha sugerido que vaya a tocar el piano en el disco que Carl Perkins está grabando. Un jovencísimo Jerry Lee Lewis se incorpora a las sesiones de Perkins cuando al entrar se encuentra a un desaliñado Johnny Cash que ha venido a recoger unos discos. Los tres comienzan a charlar mientras el piano se va apoderando de la habitación. De repente, por la puerta del estudio, un viejo amigo de Sun Records que pasaba por allí decide entrar para saludar. Elvis Presley se incorpora al grupo y sin darse cuenta, por la inercia del talento atrayendo al talento, los cuatro se dejan llevar en un proceso creativo de improvisación nunca visto. Parten del espiritual negro y del country clásico y los funden en uno sólo, haciéndolos encajar como si fueran piezas perfectamente simétricas. Mientras, Phillips espectador mudo de ese negro crepitar, sin dar crédito a lo que está presenciando decide pulsar “record” para inmortalizar ese torrente de talento desbocado.
Ese 4 de diciembre, no se registró sino a cuatro de las mayores fuerzas creativas de la historia dando forma al r’n’roll: talento, pasión, diversión. Sólo la música por la música.
Ese 4 de diciembre, no se registró sino a cuatro de las mayores fuerzas creativas de la historia dando forma al r’n’roll: talento, pasión, diversión. Sólo la música por la música.
No hay comentarios:
Publicar un comentario